«En los tiempos que corren, en que todo está sobredimensionado, es muy de agradecer la mesura del mejor clasicismo grecolatino en esta narración. Son menos de doscientas páginas en las que no sobra ni una letra. No hay ninguna frase o palabra que no tenga su razón de ser. No falta ni un solo párrafo que pudiera hacer lucir más aún la historia contada.»