Sombras del Poniente es una novela polifónica en un sentido extenso pero inequívoco, no sólo por las voces que narran fragmentariamente desde el pasado o la muerte una historia que nos pertenece a toda una generación -la del autor, la mía- , o porque esté llena de registros del habla de la época (de ecos de las historias de nuestros padres, aquellos fundadores ignorados de Torremolinos), o porque a veces nos recuerde lejanamente al genial pastiche mendoziano de La verdad sobre el caso Savolta; es también polifónica, y sobre todo, por la cadencia de su prosa -intensa, culta, casi proustiana- que no se queda en la simpleza de la acción o la trama, sino que la trasciende poéticamente, con maestría y corazón, desde esa memoria falsa e incompleta que posee todo gran narrador.