El pasado jueves, según lo anunciado, con el beneplácito de la autoridad competente y sin que el tiempo lo impidiera, tuvo lugar el acto de presentación de Sombras del Poniente en la Librería Teseo de Fuengirola.
Lo primero que hay que hacer es agradecer a Ula Ljungstrom, su propietaria, que nos recibiera en su establecimiento, un local moderno y acogedor que, situado en el centro de Fuengirola, lleva más de veinticinco años en la brega, que ya son años, tal y como está el sector.
Los siguientes, en este capítulo de agradecimientos, sois vosotros, mis queridos compañeros y amigos (¡¡¡y vosotras, mis compañeras, y mis amigas, caray, qué tiempos nos han tocado vivir, como si pudiera olvidarme de ninguna!!!), que os acercasteis hasta Teseo para compartir ese rato que se me hizo tan breve. Si no me llegáis a decir que ya eran más de las nueve y que aquellas criaturas tenían que cerrar, todavía seguiría hablando… Lo sabéis.

Por último, dejadme que mencione especialmente a Manuel González Sánchez-Campillo, por dejarse liar para este acto y, sobre todo, por sus más que generosas palabras. Siempre sagaz en la apreciación, siempre atinado en el detalle, cálido siempre en la valoración, condujo el inevitable monólogo hasta transformarlo en el imprescindible diálogo entre quienes aman la Literatura como forma de entender el mundo, de entenderse en el mundo.

Después de lo bueno, por supuesto, aún quedó un rato para lo mejor: el reencuentro cómplice, como en tantas otras ocasiones, alrededor de una mesa «de viandas bien abastada», que decía la vieja crónica. Y en ella, de nuevo, la oportunidad de comprobar que tiempo ni espacio bastan para socavar unos cimientos tan bien plantados como los que nos unen, mis camaradas queridos, mis amigos añorados. Grazie mille, carissimi fratelli.
Y esta ha sido, de momento, la última actuación de la gira de presentación de Sombras del Poniente. No sabemos cuándo será exactamente, pero ya se preparan nuevas fechas. Por ahora, una pausa para publicidad, nos levantamos del sofá, echamos un chorrito, estiramos las piernas y abrimos otra cerveza. Respiramos profundamente agradecidos y esperamos con ansia el momento de volver a la carretera. Like a rolling stone. Yeah!!!!