Fue el 18 de mayo, pero del año pasado. 2019. Parece tan lejano ahora, en este 2020 de nuestros pecados… Entonces todo discurría según los cauces por los que hos habíamos habituado a que transcurriera nuestra vida, la vida. Todo era como se pensaba que había sido siempre y como, sin duda posible, iba a seguir siendo, porque así era como tenía que ser.

Hoy ya sabemos otra cosa. Pero entonces…

Entonces llegamos a Granada sobre las diez de la mañana y el sol estaba en el cielo, si bien aún no había considerado oportuno ponerse a calentar. Hacía un biruji de lo más respetable, para estar a mediados de mayo. Luego, cuando el tipo se puso a lo suyo, se mostró inclemente, pero a esas horas aún andaba amodorrado, paliducho.

Era la primera vez que salía a firmar fuera de Málaga y, seguramente, la primera vez que fui consciente del significado de ese hecho. Antes, los días 3 y 5 de mayo, estuve firmando ejemplares de Sombras del Poniente en la Feria del Libro de Málaga, pero quizá por estar rodeado de familia y de amigos no me di demasiada cuenta de lo que representa presentar un nuevo libro al público, un público abrumado (en el mejor de los casos) por la avalancha de títulos que se editan cada año. ¿Cómo defiendes que tu libro merece la pena ser leído? ¿Cómo convences a ese público?

Allí, en tierra extraña, que no era Nueva York, ni era la Nochebuena, debuté con picadores, con el respaldo de mi mujer, sin quien nada es posible, y de mi editor, que me dio la alternativa. Las largas horas en la caseta, compartida entre EDA Libros y Cuadernos del Vigía (un abrazo para Miguel Ángel Arcas, anfitrión de categoría y tronío, y otro para Francisco Silvera, compañero de catálogo y cómplice en los crímenes que nos hermanan, dígase literatura, rock, guitarras…), conversando con quien se paraba, ponderando las virtudes de mis Sombras, animándolos a llevárselas a casa (¿cómo obviar la cuestión comercial de todo esto?), fueron apenas un suspiro en un día que pasó casi sin sentirlo. Recordarlo hoy me ayuda a no olvidar que, cuando pase todo esto, la tormenta que nos mantiene encerrados y el huracán que nos sacará a las calles, siempre, siempre, seguirá estando ahí el mismo escondrijo en el que he encontrado refugio toda la vida. Y que ese lugar está lleno de libros. De amigos.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: